Se refleja el trabajo en equipo, la solidaridad, el compartir experiencias, el intercambio de ideas, los proyectos, las investigaciones.
En un tiempo donde todo sabe a carencias, dolores, angustias; este tipo de encuentros nos abre las puertas a los sentidos. Aprendemos a observar la naturaleza, sentir la brisa de sus propuestas, palpar la gente comprometida desde hace años en esta forma de trabajo, saborear el gusto por el intercambio, aprender a escucharnos.
Se destaca, así mismo, la inclusión ya no dirigida hacia un sector social vulnerable; sino la inclusión de todos: los especialistas y los que no lo somos, el ama de casa, el docente o el doctor, desde los que tienen una huerta en el patio de su casa hasta el pequeño, mediano y gran productor.